Recuerdo aquel día a la hora del recreo cuando decidí no jugar como de costumbre el partido de fútbol con mis amigos y en cambio me arriesgué a hablarle a la niña más bella del colegio, supe que mi vida cambiaría, y así fue. De no haberme atrevido a hablarle seguramente hubiera podido disfrutar muchos partidazos con mis amigos y hubiera podido hacer muchos goles en los recreos. Pero ese día hice lo que todos querían, pero nadie se atrevía. Gracias a ese acto, temerario para mi edad, logré llamar su atención y la de todo mi colegio.
Mis amigos al principio no me querían porque les hacía falta en el equipo, pero en el fondo yo sabía que ellos querían también estar en mi lugar. Algunos meses más tarde muchos de mis compañeros de equipo que jugaban conmigo empezaron a juagar menos y a charlar más con las niñas.
Aquel día comprendí tres cosas: la primera ya no era un niño, la segunda, gracias a que me atreví, logré que la niña más linda fuera mi novia y la tercera no tuve que esperar unos meses como mis compañeros para experimentar lo que estaba viviendo en ese primer momento en que decidí cambiar mi balón de fútbol por su agradable compañía
:)
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