martes, 16 de noviembre de 2010

Sobre el descaro y otros vicios

En un país como en el que vivo, la corrupción y la violencia que generan los grupos al margen de la ley podrían ser los males más grandes que afectan al país. De hecho estos dos grandes vicios han marginado mi pueblo y lo han hecho miserable, atrasado, inculto y sobre todo muy asesino.
Corrupción y violencia es una mezcla que lo único que pueda dejar es miseria, ignorancia y muchos muertos. Cada cuatro años los candidatos a presidente vienen a prometerme que van a acabar con la corrupción, creando comisiones especiales, zares anticorrupción, códigos de ética, nuevas leyes y estatutos anticorrupción, cada uno con sus respectivos castigos ejemplares y una sarta de instrumentos y medidas que, me da pena admitir, algún día hasta me los llegué a creer.
Desafortunadamente, así como cada cuatro años me llegan las promesas del candidato de turno, también llegan sin excepción los escándalos por corrupción del gobierno de turno. Y yo vuelvo y me pregunto ¿y qué pasó con todo lo que me prometió este señor? He pensado mucho al respecto y realmente creo que la corrupción no es el problema en Colombia, y les voy a decir por qué no. Para este sencillo ejercicio no me voy a ensañar con ningún gobernante aprovechado de los muchos que han pasado por la historia de mi país. Los ejemplos que voy a poner son genéricos y aplicables a cualquier personaje abominable de estos.
Parece que las primeras promesas rotas por gobernantes las hicieron o mejor dicho no las hicieron los criollos de la Nueva Granada que se tomaron el poder. La promesa de libertad pasó de depender de su majestad el rey Fernando VII a los nuevos reyes del barrio, entonces el sueño de ser libres parecía desvanecerse. Los negros siguieron de esclavos por muchos años más y la promesa de fraternidad sólo sirvió durante la guerra de emancipación, porque después de eso la relación de noble, vasallo y esclavo pasó a terrateniente, peón y esclavo.
Desde aquellos años hasta el recién salido presidente, las promesas rotas, los despilfarros y sobre todo los escándalos de corrupción han sido la regla de todos nuestros gobiernos. Lo mejor de todo esto es que ningún presidente aparte del escándalo mediático ha sido llevado a la cárcel. Parece que las denuncias hechas por los periodistas, activistas, opositores no sirven de nada. Esto sólo me lleva a pensar un par de cosas y son: la primera los periodistas, jueces y fiscales son unos muñecos montados que hacen parte de este gran circo y la segunda El Descaro no tiene límites en nuestro país. Aunque las dos son horribles, es evidente que la desfachatez está en cada colombiano. En los accidentes de tránsito cuando el borracho atropella y accidenta y se atreve a echarle la culpa al otro, el marido que le pega a la mujer y cree que ella tuvo la culpa por sacarle la piedra, el político que roba y le echa la culpa a sus opositores por ataques e injurias personales, el candidato que hace campaña con los narcos, los paras y luego dice que fue a sus espaldas. Hay que ser muy descarado! digo yo, que aun sabiendo que he obrado mal le echo la culpa al otro y hasta termino metiéndolo en la cárcel, asesinándolo o exiliándolo.
Para los que dicen que la corrupción es el peor vicio de Colombia, yo les digo que hay que ser muy descarado para que la corrupción siga tan campante y no pase nada en un país como Colombia y hay que ser muy descarado para lanzarse a cumplir lo que de entrada sabemos, no se va a hacer.