lunes, 27 de febrero de 2012

Presión

Presión.



Hoy quiero referirme a este punto porque realmente muy pocos conocemos el verdadero significado de este término. Métale presión, ejércela presión, presiónelo. Todos estas expresiones son muy buenas y funcionan rebien cuando lo hacemos con animales o metemos la carne en la olla a presión. Las locomotoras funcionan excelentes con buena presión.

De un tiempo para acá existe una idea de management y que hasta aparece en los perfiles de búsqueda de candidatos de muchas empresas. Palabras más o menos publican lo siguiente “debe trabajar bajo presión”. A mi lo único que me provoca este requerimiento es una profunda risa que se confunde con un deseo inmenso de mandar al carajo el más absurdo y estúpido de los requerimientos para un perfil de cargo de alto ejecutivo. ¿Qué es esa vaina de trabajar bajo presión? ¿Será que es aguantarse al jefe al jefe y a los clientes cuando no tienen la razón, trabajar más de 10 horas al día, sacrificar el tiempo de la familia por el de la empresa? ¿Que carajos es trabajar bajo presión? Si una cabeza con presión lo único que puede producir es un dolor de cabeza que no me va dejar pensar ni razonar y con mucha suerte podré conciliar el sueño.








Es que yo me pregunto, si Arquimedes se estaba bañando cuando se le cayo el pedazo de metal y pronució su gran “eureca” al descubrir que el peso de un cuerpo, dividido su peso aparente al ser sumergido en agua, es una propiedad que hoy conocemos con el nombre de densidad. La única presión que esta persona ejercía era la que le hacía a su pluma para escribir sus pensamientos y teorías.

Isaac Newton estaba pensando libremente sin presiones, cuando de repente le cae una manzana en la cabeza y este sencillo y singular evento se convierte en el disparador de lo que después se conocerá y se conoce aun en nuestros días como la ley de la gravedad.

Señores reclutadores de talentos y ejecutivos, si siguen buscando gente que trabaje bajo presión, lo mejor es que se consigan unos asnos para que resistan los golpes y los juetazos y caminen y obedezcan, pero eso si, olvídense de las buenas ideas. La supuesta presión no es otra cosa sino la reacción irracional cuando no existe ningún tipo de argumento para responder a una situación adversa. Una condición básica para el pensamiento es la tranquilidad, para que esta a su vez se pueda transformar en concentración y de esta forma se pueda articular un par de ideas que unidas se conviertan en una buena idea.

Cuando alguien me vuelva a hablar de trabajar bajo presión, voy a contestarles “pensé que ustedes necesitaban buenas ideas”.